La vida
interior de los animales es difícil de estudiar, pero sí que hay una certeza:
debe ser mucho más rica de lo que la ciencia pensó en un momento.
En 1992 en
Tagalooma, en la costa de Queensland, la gente comenzó a echar peces al mar
para que los delfines salvajes locales comieran. En 1998, los delfines
comenzaron a alimentar a los humanos arrojando peces al muelle. Los humanos lo
hicieron para pasar un rato divertido alimentando a los animales pero, ¿en qué
pensaban los delfines? Charles Darwin
pensó que las capacidades mentales de los animales y de los humanos diferían
únicamente en el grado, no en el tipo. Su último gran libro, La expresión de las emociones en el hombre y
en los animales, examinaba la alegría, el amor y el dolor experimentado por
los pájaros, los animales domésticos y los primates mientras lo hacía con
individuos de distintas razas humanas.