Tienes una nube
encima de ti, concretamente tu nube personal de microbios. Constantemente
generamos nubes de bacterias, incluso cuando estamos completamente inmóviles.
Según han publicado James Meadow y sus compañeros en PeerJ y luego en la Universidad de Oregón, sugiere que esta nube de bacterias puede ser capaz de
identificarnos al igual que lo hace una huella dactilar o una muestra de ADN.
La gente desprende bacterias de su piel,
boca, nariz y otros orificios, a una velocidad aproximada de 1 millón por hora.
Pero hasta el estudio del Dr. Meadow, nadie se había fijado en los detalles. El
Dr. Meadow por lo tanto decidió sentar a voluntarios en una cámara estéril
durante cuatro horas para luego recoger lo que “flotaba” alrededor de ellos.
La cámara en
cuestión, con paredes blancas y una ventana en su parte superior, se ventila
con aire filtrado que entraba por un agujero situado en el techo. Era limpiada
con desinfectante antes de cada uso. El equipo de voluntarios, seis hombres y
cinco mujeres, tenían que vestirse con ropas nuevas y limpias y sentarse
durante el tiempo requerido en una silla de plástico desinfectado en el centro
de la cámara. A cada uno le fue permitido entrar un portátil estéril para comunicarse
con los investigadores y para aliviar el aburrimiento.
El Dr. Meadow recogió las bacterias del
aire de la cámara y de un anillo de placas Petri que rodeaban al voluntario.
Esas placas recogían los restos que eran lo suficientemente pesados como para posarse
en ellas. Ambos tipos de muestra tenían entonces su contenido de ADN analizado.
Esto reveló que la bacteria contenida resultó ser similar, independientemente
del tipo de muestra, para un individuo determinado.
Las muestras, sin embargo, varían de una
persona a otra por la cantidad dada y por las proporciones relativas de lo que
contenía cada nube. Algunos tuvieron más Staphylococcus epidermidis, una bacteria que se localiza en la piel
humana, mientras que otros por ejemplo tenían más Streotococcus oralis, que se aloja en la boca. Se distingue
perfectamente a las mujeres de los hombres, pues desprenden una bacteria
encontrada normalmente en el tracto reproductivo femenino. Cada nube bacterial
es estadísticamente distinta.
El hallazgo
aumenta las posibilidades de ayudar a los científicos forenses al poder
analizar las huellas dactilares microbiales desprendidas en escenas de
crimen. Un criminal que tenga mucho cuidado de no dejar ningún rastro de ADN lo tendrá verdaderamente difícil para no
dejar ninguna bacteria. Para que pudiese servir para este fin, el perfil
bacterial no solo tendría que ser único, sino también estable. Si esto
ocurriese, el detective científico tendría otra herramienta, y las coartadas
serían mucho más difíciles de falsear.
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